5/8/15

DE ANGELELLI AL PAPA FRANCISCO




Hay dos iglesias, la DEVOCIONAL, la formal, la del rezo y la del COMPROMISO ético y social. Monseñor Enrique Angelelli asesinado el 4 de Agosto de 1976, pertenecía a esta última aunque no dejaba de rezar. También yendo a la actualidad de qué vale que nuestro Papa Francisco hable y accione sobre los grandes problemas de la humanidad, si nosotros los creyentes, no actuamos en consecuencia.

Volviendo a Monseñor Angelelli debemos decir que por ese entonces en 1976, el país transitaba los años más duros de su historia, los imborrables días de la tortura y muerte realizadas por el proceso Cívico Militar. Monseñor Angelelli que había nacido en Córdoba en 1922, se desempeño en su ciudad natal como obispo auxiliar, donde dio acabadas muestras de su compromiso activo con los más humildes.
Como resultaba “molesto” para muchos sectores, se lo traslado a La Rioja, donde se pensaba –craso error- que su acción pasaría inadvertida. En 1968 fue nombrado Obispo y en su primer mensaje expreso claramente su pensamiento al decir: “Tengo un oído en el Evangelio y otro en el pueblo”. De allí en adelante se convirtió en el líder de un poderoso movimiento que intentaba reivindicar los derechos de los más desamparados.

Recorrió la provincia palmo a palmo hablando con la gente, se comunico a través de la radio y, sin quedarse en la simple denuncia, propuso la organización de cooperativas agrarias, la creación de sindicatos y llevo adelante una dura campaña contra el juego, pidiendo que se pusiera “mas esfuerzo en la justa repartición de los bienes, que en pensar en hacer loterías y casinos”.

Se lo llamo marxista y guerrillero y fue acusado ante el Vaticano, pero el Papa Pablo VI le ratifico su confianza.
Cuando la dictadura se adueño del país, Angelelli denuncio la violencia que se había convertido en una costumbre cotidiana y se entrevisto con los miembros de la Junta, sin obtener respuesta. Pero su suerte ya estaba echada. En Julio de 1976, los sacerdotes Juan de Dios Murias y Gabriel Longueville fueron asesinados y el obispo, después de reclamar inútilmente la investigación de los crímenes, consiguió reunir datos precisos que identificaban a los criminales. Viajó para denunciarlos, llevando sus nombres en una carpeta, pero su auto fue interceptado por otro en el que viajaba un grupo cívico-militar. Angelelli fue muerto a golpes en la nuca, la carpeta desapareció y se trato de fraguar un accidente. Y aunque sus asesinos luego fueron identificados, el crimen continua impune. Hay que decir que en ese entonces, gran parte de la jerarquía católica y otros credos religiosos, hicieron poco y nada para esclarecer este crimen. Tuvieron que venir Néstor y Cristina para que la Verdad, Justicia y Memoria reinara nuevamente sobre nuestra patria.

Nelson Coronel para el Ateneo Arturo Jauretche

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